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Ventajas de la autoevaluación educativa, entre otras reflexiones no menos importantes.

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Estamos en pleno proceso de finalización del subproceso de autoevaluación de nuestros centros subdocentes, y creo que no vendría mal, por tanto, reflexionar sobre el proceso en sí (menor). Me ha parecido interesante traducir un fragmento del libro de Bridgesteel Autoevalúa que algo queda (publicado por primera y última vez en 1987 y traducido un año antes al suahili), concretamente la página 143, que textualmente dice así:

y es lo que yo digo, ¿no estará afectando el botellón al funcionamiento de las vejigas urinarias de nuestra generación de alumnos?

Pero volviendo al tema de este libro, sí, la autoevaluación educativa. Demostradas han quedado en capítulos anteriores, entre otras muchas cosas, las ventajas económicas de la autoevaluación educativa frente a la evaluación externa. Joder, que pagando la  hora de trabajo a precio de empleado doméstica costaría un riñón, y si no véanse los presupuestos de las Agencias Estatales de Evaluación Educativa. Pero es que las ventajas de la autoevaluación educativa se extienden a muchos otros ámbitos, no menos importantes que el crematístico (que para ser disléxico no me ha quedado mal).

La autoevaluación mimimiza las reclamaciones.

La autoevaluación evita la contestación.

La autoevalución mejora los resultados.

La autoevaluación entretiene (aunque sea jodido) y motiva (aunque sea malestar) al profesorado.

La autoevaluación es una masturbación.

Todos estos aspectos los desarrollaré en cuanto les cuente por qué no puedo ser marxista ni estructuralista. Y es lo que digo yo, ¿cómo puede ser alguien seguidor de algo que no entiende? Porque yo de Marx lo único que he leído es un par de textos que me hicieron comentar en bachillerato, y no me enteré de mucho. Y de Claud Levi Strauss sólo me he leído las contraportadas de casi todos sus libros, y ninguna me incitó a leer el interior. Yo es que soy más bien onanista, o sea, que no creo en ná de ná.

Y volviendo al tema de este libro, aunque sea aburrido. Lo de minimizar reclamaciones, evitando por tanto tensiones, es una ventaja innegable de la autoevaluación. Porque, vamos a ver, todos hemos conocido profesoras y profesores que por quejarse se quejarían hasta de la nota obtenida en su proceso de autoevaluación, pero ya que el evaluador y el evaluado son la misma persona comúnmente se llegará a un acuerdo y  rara vez tendrá que intervenir el servicio de inspección por asuntos de reclamaciones. Aunque excepciones todos sabemos que las habrá. Es lo que tiene la raza humana.